lunes, 5 de enero de 2009

Anne Sexton en el suplemento cultural de ABC. Por Jaime Siles


Asimilada al confesionalismo, Anne Sexton (1928-1974) participa de algunos de los rasgos de las tres etapas de este movimiento -una primera, encarnada por Lowell, en la que el yo funciona como historiador; una segunda, ejemplificada por Berrymann, en la que el yo se inmola como mártir; y una tercera, representada por Plath, en la que el yo se vuelve visionario-, pero su poesía no se inscribe por entero dentro de él. Lo que, según Lowell, más singularizó a Sexton fue poner «en palabras el drama de su propia personalidad», pero no al modo del confesionalismo sino mediante una inteligente y compleja desviación del paradigma de éste.

Los estudios biográficos han permitido conocer detalles de su infancia y su sexualidad que a veces pueden servir de base para entender determinadas referencias, pero no todas las claves de su compleja textualidad. Sabedor de las difucultades de interpretación que una obra como ésta entraña, Julio Mas Alcaraz incluye un apéndice con información sobre cada poema traducido y una muy documentada introducción que sintetiza el estado actual del conocimiento de la autora y la obra que, de manera tan responsable como meditada, traduce.

Triple influjo. Una clase magistral de I. A. Richards sobre el soneto, dada en la televisión durante la Navidad de 1956, fue su desencadenante: animado por ella, Anne Sexton -que todavía no firmaba así y que intentaba ser un ama de casa- empezó a asistir a distintos talleres de poesía, dirigidos por Holmes, Snodgrass y Lowell, que, de manera muy distinta influyeron en su creación. La influencia de los dos últimos es patente en «Imagen doble», pero su idea de la estrofa, del ritmo y de la rima proceden de Holmes. Este triple influjo no siempre concordante desarrolla en la poesía de Anne Sexton una posiblidad que supera la antinomia entre el impersonalismo de Eliot -que había tomado de Rimbaud- y el biografismo de los confesionalistas. Lo que Rimbaud había propuesto era la desaparición del yo elocutorio del poeta. Lo que Eliot proponía era que la poesía no fuera «expresión de la personalidad, sino un escape de ella». Según M. L. Rosenthal -el crítico que acuñó la denominación de esta tendencia-, la «poesía confesional» situaba «el Yo literal en el centro del poema». Lo que era tan poco novedoso como eliminarlo. Pero la novedad que el confesionalismo aportó fue la de atreverse a tematizar las disfunciones sociales del sistema, dando expresión formal a experiencias antes consideradas tabú.

Verdad emocional. Sexton comprendió que ni en Eliot estaba ausente el yo ni en los confesionales el yo constituía el único centro: fue aristotélica en hacer del yo un objeto de mímesis y en convertir el yo en una forma de ficción. Sus poemas mezclan ambos componentes: los procedentes de la experiencia real y los de la ficticia. Ella misma lo aclara: «Hay que distorsionar los hechos literales de la vida para presentar la verdad emocional». Coincide con Pessoa en que «todos los poetas mienten», pero esa mentira constituye un modo de verdad. Para ella -como para los confesionales- «la verdad poética es necesariamente autobiográfica», pero los hechos narrados no siempre lo son, y en sus últimos libros adopta máscaras no aceptadas por la sociedad.

Lowell le enseñó lo que debía quitar de un texto, no lo que debía poner. Esto lo aprendió sola, y fueron sus «ficciones» o «momentos líricos» -así los denomina-, que ella desarrolló y que le sirvieron de voz y hasta de cara. Se sentía a gusto en sus imágenes porque en ellas su yo lingüístico se salvaba tanto como ella sufría en el yo real. La poesía -dijo- le ordeñaba el inconsciente. Pero lo que más valoraba de su obra era la poesía religiosa. Y no es extraño porque creía que Dios estaba en su máquina de escribir. Estos 34 poemas, escritos entre enero de 1961 y febrero de 1966, obedecen no a un plan sino a ritmos emocionales. Por eso su autora les dio un orden cronológico: oscilan entre la voluntad de vivir y la de morir y pueden ser vistos como notas de suicidio. Muchas de sus imágenes son psicotrópicas. Hay quien cree que hoy la habría salvado la terapia. Lo dudo, pero está claro la insobornable potencia de su fuerza poética, la retórica solidez de su lenguaje y el ritmo con que articula un mundo oscuro, mágico y cautivador. Como recordó Lowell, profesor de ambas, «Anne Sexton sabía menos que Sylvia Plath, pero era más auténtica». ¿Fue esa autenticidad la que la mató

http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=11041&num=884&sec=32

comments

4 Responses to "Anne Sexton en el suplemento cultural de ABC. Por Jaime Siles"
  1. SONIA FIDES dijo...
    7 de enero de 2009, 9:02

    Querido Julio, ya sabes cuanto me alegra todo lo que tenga que ver con tu "triunfo" y el de este libro que me tiene secuestrada y que releeo y releeo como lo hace un niño cuando a temprana edad, un sacerdote le entrega su primer catecismo.

    Besos súper.

  2. Julio Mas Alcaraz dijo...
    7 de enero de 2009, 11:30

    Muchas gracias Sonia. Eres un encanto. Pero el triunfo es de la poeta. Y de Jaime Siles, que ha hecho una crítica, como suele ser normal en él, en la que se aprende. Da igual que hayas leído 20 libros sobre el tema. Me enseña enfoques y citas nuevas. Es enciclopédico.
    El artículo en papel tiene además una foto maravillosa y enorme de Anne. Estoy contento :))

    Un besote

  3. SONIA FIDES dijo...
    7 de enero de 2009, 13:18

    Si, lo he guardado, ¡qué te crees!,ja,ja,ja...

    Besos.

  4. Julio Mas Alcaraz dijo...
    7 de enero de 2009, 20:03

    Que tia. Que control. Y yo, sin acentos en este teclado. Ayyy. A la vuelta de mi viaje ya me cuentas que tal va Electra. Un besote.

 

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