Prever la hora y regresar, sumisamente, al barco cuando más sopla el huracán, aun irrisorio, empieza a ser más justo.
Pero la estafa criminal redobla.
Como venganza o saciedad, la epístola. Y no su clueco contrincante, el himno.
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SÓLO se logra paz en pensamiento. Y, sin sobrar, nos basta.
Serenidad del desterrado eterno.
Nudo final, cada caricia. Despedida sincera, cada signo.
Sólo su ejemplo es hechicero en patria de siluetas uniformes.
Aquí no hay coba: la cuchilla sabe.
Extraído del poema El desimaginario.
José-Miguel Ullán
José-Miguel Ullán
Muchas gracias.
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